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El laúd o bandurria contralto es un instrumento que no obstante haber nacido en España, su mayor desarrollo lo alcanzó en nuestra Isla. Su gran arraigo popular hace de él un instrumento representativo de nuestras raíces folclóricas y nuestra identidad cultural. Ampliamente difundido por nuestros campos, es hoy indispensable para acompañar a los poetas improvisadores e interpretar el punto cubano.

Su amplia preferencia entre nuestros campesinos se debió a sus tonos más graves que les eran más cómodos a los intérpretes y al tamaño de su diapasón: más ancho, y mayor distancia entre los trastes, lo que facilitaba su ejecución en las rudas manos después de arduas jornadas de trabajo en el campo.

Otras características que lo definen son seis pares de cuerdas de metal tañidas por una púa o plectro, generalmente de carey; un sobrepuente de metal o baticola para distribuir mejor la tensión de su encordadura y un brazo más corto.

Usualmente se afinación es RE LA MI SI FA# Re, partiendo de las cuerdas inferiores hacia arriba.

El laúd es un instrumento de muy difícil construcción debido en primer lugar a la gran tensión producida por sus doce cuerdas que incide sobre toda su estructura, en especial la tapa, el puente y el brazo. Además, su propia forma es compleja. Hay presencia de calados y una peculiar unión de costillas a tope.

Establecer una fórmula que satisfaga resistencia y un sonido melodioso, implicó analizar varias variantes posibles y el seguimiento a toda la obra que íbamos elaborando más el estudio de las experiencias acumuladas por lutieres anteriores. También escuchamos el criterio de importantes laudistas como Alberto Arteaga (laudista del Quinteto Criollo), Janier López (laudista de Albita Rodríguez) y Tomás Fernández Miranda “Tomaso” (laudista del dúo Cuerdas de Mayabeque) quienes apoyaron la validación de nuestra obra.

Para lograr una mayor resistencia reforzamos notablemente el brazo y todo el sistema armónico interior para evitar el hundimiento de la tapa. Todo esto evitando perjudicar la proyección y la tímbrica típica del instrumento.

Nos esforzamos por realizar una construcción digna, a la altura del significado histórico que este instrumento ha alcanzado en nuestro país. Ser fieles a la memoria que nos legaron tantos laudistas y lutieres destacados como Martín Silveira, Alejandro Aguilar “El Príncipe del Laúd”, Raúl Lima, Luciano Monet Maderos, José Manuel Rodríguez, Juanito Rodríguez Peña, Antonio Sarmiento Alpízar, Juan Orestes Peláez, entre otros. Tradición que también hoy continúan otras personalidades de nuestra cultura como Barbarito Torres, Alberto Arteaga, Tomás Fernández Miranda “Tomaso” y Yaselt Giralt Barrios, entre muchos más.

Otros instrumentos construidos por Amed Camilo

Guitarra   Tres   Requinto   Guitarra Barroca

Alberto Arteaga Gutiérrez. Laudista del grupo “Quinteto Criollo”

Yo he tenido la dicha de ver, tocar y evaluar tres instrumentos del luthier Amed Camilo López: una guitarra, un laúd y un tres. Después de palpar su obra y conocerlo como persona puedo resumir en una sola palabra la calidad de su trabajo y sus características humanas: excelente.

Amed es una persona muy seria y responsable con su trabajo. Basta ver la calidad de sus instrumentos para apreciar lo que digo. Es un luthier diferente al resto porque su principal meta no es usar su talento con fines comerciales, sino complacer lo más posible al músico. Ellos acuden a él para un segundo instrumento, no porque se les rompió el primero, sino porque quieren repetir su calidad. Esto es posible porque Amed siempre tiene en cuenta todas las sugerencias. El construye los instrumentos para los demás como si fueran para él mismo. Soy tan consciente de esta verdad que hasta lo he dado a conocer en público cuando comparto con otros músicos.

Uno de los factores que ha hecho tan exitoso su trabajo, sin tener en cuenta sus cualidades humanas, es la calidad del sonido que tienen sus instrumentos. Con ellos se pueden lograr desde sonidos pianos hasta fortísimos sin distorsionar. En la quinta posición las cuerdas suenas como si estuvieran al aire. No se pierde calidad ni intensidad.

Estos instrumentos también tienen un timbre dulce y una afinación impecable. Ellos responden a todas las exigencias de un músico concertista.

En cuanto a la construcción, tienen un acabado perfecto. La disposición de las barras armónicas es diferente a la de otros luthieres. Presentan una gran fortaleza, como diría un guajiro:”están bien trancados”. Las tapas nunca se rinden como en otros instrumentos que yo he visto y el brazo está muy reforzado.

Su trabajo me llena de alegría porque no solo garantiza la continuidad de nuestras tradiciones musicales, sino que lleva a los músicos a exigirse un alto nivel de estudio, interpretación y conocimiento de los instrumentos, para que sean capaces de explotar al máximo todas las posibilidades que estos ofrecen.”


Yasel Enrique Giralt Barrios. Laudista del grupo “Juan Campo y su son” y tresero del grupo “Renacer”

El laúd presenta una excelente construcción: un trabajo curioso. Cuenta con una resonancia mejorada debido a los armónicos, lo que le permite ajustarse mejor a la música popular tradicional. También contribuye a esto su sonido característico (se resaltan los tonos graves) y su excelente afinación. El instrumento fue construido con una gran fortaleza. Por citar una característica que lo ejemplifique basta con observar los numerosos refuerzos del brazo. Ellos impiden el arqueo del mismo (no hay que olvidar que el laúd sufre tensiones muy fuertes debido a sus doce cuerdas de metal) y a la vez le proporciona belleza al instrumento por la combinación de diferentes maderas con distintos colores.